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viernes, 9 de septiembre de 2011

Revista Mi Bebé, 2009

EL ROL DE LAS PARTERAS Y LAS DOULAS


Ambas tienen una función específica antes, durante y después del nacimiento del bebé, además de brindar contención y apoyo a la embarazada en este proceso. Las parteras intervienen desde sus conocimientos profesionales, mientras que las doulas aportan su experiencia personal de parto natural.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que el Embarazo y el parto no son enfermedades. Partiendo de este concepto, es necesario que las mujeres recuperen su autonomía, que disfruten del embarazo y el parto que desean, ya que este último es un hecho sexual -desde lo fisiológico, lo biológico y lo emocional-, además de un acontecer familiar y social. La mujer embarazada no es una enferma ni tiene disminuidas sus capacidades, muy por el contrario, se encuentra transitando un momento de búsqueda de sus potenciales, que de no ser interrumpido, le permitirá encontrarse con sus máximas capacidades”, detalla la partera Mirta Merino, directora de Naciendo al sur y asesora obstétrica de la Asociación Civil Dando a Luz. Ella habla de la importancia de su labor en esta nota, donde también se detalla el quehacer de las doulas. Para resumir, dos personas especiales que colaboran con la embarazada para que el alumbramiento sea un momento tan significativo.

Una preparación completa
“Ser partera es ejercer el oficio de acompañar y asistir a las mujeres en el entorno del nacimiento y el parto mismo, con un importante compromiso. Es involucrarse con la tarea como si se tratara de su propio cuerpo. La partera tiene un profundo conocimiento y respeto por la fisiología del nacimiento, siendo de vital importancia ‘lo que hace’ y ‘lo que no hace’, para facilitar el desarrollo normal del parto”, define su labor Merino. “Hay que recordar que a partir de la institucionalización del parto, se ha ido perdiendo en la sociedad el concepto de partera. Hasta mediados del siglo pasado, era imposible hablar de partos sin hablar de parteras. Hemos transitado varias décadas durante las cuales la partera en la institución cumplía tareas administrativas, o simplemente estaba a disposición de las decisiones de los obstetras, aún en los partos normales. Actualmente, la partera viene recuperando su autonomía en el ejercicio de la profesión. Desde la OMS y los organismos que trabajan en perinatología, se valoriza a la partera como un agente de salud fundamental para disminuir la morbimortalidad perinatal”.
Esta profesional está habilitada para la atención del embarazo, el parto y el puerperio normales. También se encuentra preparada para tareas de asistencia, docencia e investigación. Además de los controles de embarazo normal, en su aspecto clínico y a través de los métodos auxiliares de diagnóstico, realiza la preparación para el nacimiento. Tiene un rol muy importante en el asesoramiento y el apoyo a la lactancia materna. Como agente sanitario, realiza actividades individuales y sociales para preservar la salud sexual y reproductiva. Está a cargo de la preparación para el nacimiento, que habitualmente es llamado curso de preparación para el parto.
“Para que establezca un vínculo de confianza con la embarazada, es necesario eliminar las relaciones de poder dispares, donde el saber pasa a ser un elemento de manipulación”, señala la obstétrica. “Por el contrario, la partera tiene la responsabilidad de optimizar la relación con la embarazada que requiere su atención. Para ello, debe respetar las capacidades del cuerpo femenino para el desarrollo del parto, amén de la decisión de la mujer y su entorno. Debe facilitar el acceso a la información como un derecho que no puede soslayarse, para que en plena conciencia la mujer elija el ámbito que considere adecuado para dar a luz. Y, sin duda, tener en cuenta la particularidad de cada mujer, cada familia, cada embarazo y cada ser que llega a este mundo”.

El arte de partear
¿Médicos y parteras se complementan? “Las parteras estamos capacitadas para ejercer el ‘arte de partear’, a diferencia de los médicos, quienes ejercen el ‘arte de curar’. Esto último también es aplicable a los obstetras, a quienes se debe valorizar como especialistas en resolver posibles complicaciones del embarazo, el parto y el posparto, ya que han sido formados para ello, tanto en los tratamientos clínicos como en las resoluciones quirúrgicas”, remarca la obstétrica. “Cuando un equipo médico funciona adecuadamente, la partera asiste a la mujer durante un parto normal, y el obstetra lo hace cuando aparece algún desvío o patología que lo amerite”.
Con respecto a los partos domiciliarios y los que se realizan en centros médicos, existen diferencias importantes entre ambos.
Mirta Merino destaca que la idea no es enfrentar a estos tipos de partos, “sino cambiar el concepto de la atención de los mismos”. Es necesario entender un proceso fisiológico que en sí mismo es capaz de desarrollarse y, entonces, evitar las intervenciones innecesarias. Por ejemplo, aplicar a todas las mujeres sueros con oxitocina, apurar los tiempos del nacimiento, romper la bolsa de las aguas, hacer episiotomías de rutina, cortar precozmente el cordón umbilical, separar al bebe de la mamá, intervenciones rutinarias a los recién nacidos, etcétera. En cambio, es indispensable recuperar la intimidad y privacidad en la escena del parto. Quienes tienen el privilegio de estar presentes en la asistencia del parto, deben tener agradecimiento y respeto, otorgando el protagonismo a la mujer”.

Una práctica en plena expansión
Las doulas son mujeres que acompañan a otras mujeres en el embarazo, el parto o el puerperio. En general, son madres o abuelas que han tenido experiencia personal de parto natural. También poseen la vivencia de haber amantado a sus hijos. Este conocimiento les genera una vocación de querer ayudar a otras madres a parir de forma natural. Es un rol no profesional que tiene a recuperar el lazo entre mujeres en este momento peculiar de sus vidas. Durante el parto, por ejemplo, pueden cuidar los factores que hacen a la intimidad y propician la buena evolución del trabajo de parto.
Queda claro por lo dicho que la doula no reemplaza ni al médico ni a la partera. Ofrece apoyo emocional y compañía, y muchos equipos médicos (y aún muchas parteras) cuentan con doulas en sus equipos. Se puede hablar mucho sobre lo que significa socialmente la recuperación de esta red de mujer a mujer. Por ejemplo, la doula es alguien que conoce el poder que toda madre lleva dentro y cómo hacerlo aflorar. La doula, además, sabe de la importancia del cuidado de la triada mamá-papá-bebé, que necesita ser respetada en su intimidad.
Numerosas investigaciones sobre los partos asistidos por doulas avalan esta evidencia que se comprueba en partos más cortos y con menores complicaciones; descensos importantes en el uso de medicación y fórceps; y bebés que nacen más tranquilos y logran amamantarse con mayor facilidad.

Esa elección singular
La mujer elige a la doula que la va a acompañar, ya que la clave es la relación que establezcan entre ellas y el sentimiento de seguridad que esa relación significa para la mujer. En general, se encuentran en la casa de la mujer embarazada, aunque el parto se realice en un hospital. Cuando llega el momento, la doula es la primera en hacerse presente y la última en retirarse. Debe tener la flexibilidad de adaptarse a las diversas situaciones y una amplia disponibilidad. Es importante destacar que desde hace varios años, en la Argentina existe una ley nacional que se llama “De parto humanizado”, por la cual las mujeres tienen el derecho de elegir a la persona que ellas desean que las acompañen emocionalmente en el momento del parto.
“En la Fundación Creavida organizamos un voluntariado para formar a todas aquellas mujeres interesadas en convertirse en doulas. El conocimiento fundamental lo traen de manera intrínseca, ofrecemos un espacio donde se conforma el grupo, compartimos los conocimientos básicos referidos al periodo primal para que puedan ubicarse en los acontecimientos que van a vivir, les brindamos todas las herramientas necesarias para que lleguen a constituir esa presencia tan fundamental para las mujeres embarazadas”, explica Graciela Cobe, doula formada en Londres con el doctor Michel Odent.
“Además, desde el año 2005 comenzamos a promover la posibilidad de implementar el acompañamiento de las doulas en los hospitales públicos. Comenzamos armando un voluntariado de doulas en el Hospital Materno Infantil ‘Ramón Sardá’ y capacitando a las Damas Rosadas y otras mujeres. La experiencia tuvo muy buena aceptación. Actualmente, la cantidad de partos es tan grande que la presencia de doulas que asisten a las parturientas resulta un alivio tanto para los médicos y parteras como para las madres. En la Universidad de Córdoba realizamos la misma experiencia con una convocatoria entusiasta”, culmina la especialista.

Fabián Penno

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